"LA FELICIDAD ABSOLUTA NO EXISTE, Y UNO ESCRIBE JUSTAMENTE POR ESO"

miércoles, 2 de febrero de 2011

POR CULPA DE UN SUEÑO. POR CARLOS LANDI


Soñar con los jardines flotantes de Babilonia no es algo que parezca habitual, pero ese sueño perseguía a Rafael.

Se reiteraba una y otra noche de forma inexplicable.

Conocía muy poco la historia de esos lugares pasados, fue por eso que llevado por la curiosidad visitó bibliotecas y páginas de Internet.

Luego, revisar su sueño junto con las conductas humanas acaecidas miles de años atrás, le produjo una extraña sensación, parecida quizás a cuando se contempla una vieja fotografía en sepia.

Más tarde, obsesionado, acosado por su inconsciente, quiso saber como era la vida en la actualidad en ese rincón perdido de los mapas y con terrible sorpresa encontró un escenario desvastado, que era el telón de fondo en un relato de muerte. Un tánatos, una hipertrofia de la vida había conquistado hasta las últimas consecuencias los vestigios de la belleza y el milagro de ser humanos.

Parecía haberse concretado el deseo de un dios imperfecto que transformaba todo en un espíritu carente de poética y de magia. Materializando en armas de fuego y bombas nucleares lo que podría haber sido un talismán de intenso lenguaje y belleza, lo que por alguna secreta alquimia tendría que haber sido un paraíso.

Pero por una extraña metamorfosis, los jardines flotantes se convirtieron en máquinas metálicas, en narices y bocas inexpresivas de la máxima distopía humana.

El triunfo se consigue en la renuncia de lo humano. La dureza remplaza a la blandura, la fuerza del metal corta el fluir de la vida.

Los hermosos jardines yacen sólo en las páginas de los libros, como una criatura efímera que debe parecer eterna…

Rafael no volvió a cerrar sus ojos, tenía miedo de soñar. Tenía miedo de que su sueño fuera alcanzado por la terrible realidad.

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