"LA FELICIDAD ABSOLUTA NO EXISTE, Y UNO ESCRIBE JUSTAMENTE POR ESO"

lunes, 31 de enero de 2011

ELLOS....POR CARLOS LANDI


Eran dos manojos de sentimientos arropados en dos cuerpos, eran dos almas, dos amantes que por alguna secreta alquimia del destino se habían encontrado.

Sí, fue ese tarde de Julio, nunca olvidada y fue ese día el que cambió para siempre sus vidas y la de muchos otros.

Con cada palabra que pronunciaban despertaban la sensibilidad que tiene escondida cada persona en su sombra…, en ese secreto lugar donde no existen máscaras, donde todo es humano, donde todo es casi eterno, donde se descifran todos los códigos que nos hacen vivir, donde está alojado ese Dios invisible que todo lo sabe pero que poco nos cuenta, ese ser que nos hace trabajar intensamente para tratar de entender cada día, cada vida, cada minuto que sucede, para encontrarle sentido a las cosas que vemos de este mundo tan frágil y tan rudo a la vez.

Eran dos navegantes de la nave del destino, dos personas difíciles de comprender y comprenderse a sí mismos, dos buscadores de conocimiento ,incansables seguidores de la palabra, el único recurso casi burdo que poseemos para expresar la maravilla que somos cada uno de nosotros, hasta el ser más insignificante por así decirlo.
Sí, fue ese 31 de julio, el que cambió sus vidas para siempre, fue ese día y muchos más en los que la vida sonrió y también mostró su peores facetas. Pero fue así, ya nada podían modificar, sólo el amor que se profesaban seguía intacto, como si fuera una piedra preciosa maravillosa, nunca antes conocida.

Sí, en ese amor creyeron conocer a Dios…

yo...


Amo lo mágico porque representa la espiritualidad que muchos han extraviado; creo en la belleza de los gnomos, en la luz, en el azul celeste de la vida y en el amor como el mayor tesoro que se pueda poseer.

Creo que todos tenemos un mago, y que el Lobo Estepario, también nos acompaña, de vez en cuando...

Al igual que a muchos me consume la pasión de ver como se desliza una gota de lluvia; contemplar un atardecer; conocer ciudades lejanas; pisar las hojas secas en otoño; sentir el viento acariciar mi rostro cuando camino por el mar, o cuando una flor me brinda su perfume.

Me gusta adivinar qué dicen los ojos cuando me miran y el por qué la vida, que es tan efímera...

COMO TODAS LAS NOCHES. POR CARLOS LANDI


Esa noche, como todas las noches, me había dormido con la ansiada esperanza de volver a encontrarla en mis sueños, y aunque el esfuerzo por no dejarme arrastrar por paisajes de la infancia y otros recuerdos era considerable, finalmente me alivió escuchar el ruido de las lanchas cruzando el Sena.

Viajaba en un catamarán de Bateaux Mouches completamente iluminado, como el que veía muchas veces en mi camino de regreso al hotel cercano al Pont del Alma. Ella estaba sentada a mi lado, sonriente y radiante como la recordaba en otros sueños.

-¿Cómo soy yo del otro lado de los sueños?- volvió a preguntarme sin esperar respuesta.

- Sos distinta- respondí.

-Ya no habitás los mundos mágicos que alguna vez creamos y siento que cada día que pasa te vas alejando más y más, en una distancia que se hace infinita. Es por eso que sigo buscándote en cada sueño, porque sé que aunque todo esto es pasajero, es hermoso vivirlo mientras dure, porque no hay distancias de años ni de kilómetros entre tu sueño y el mío.

Sylvie se acercó a la ventanilla y dejó que su aliento tibio empañara un pedazo del cristal. Entonces con un dedo dibujó en él una taza de café.

-¿Te acordás? - preguntó sonriente.

Mi mente se extravió en ese domingo frío de Diciembre en el café cercano al teatro Chetelet de París, donde la ví cantar por primera vez, al tiempo que también ella sonreía moviendo afirmativamente su cabeza.

El desembarcadero estaba desierto cuando bajanos de la nave y la luz del faro de la torre Eiffel apenas se divisaba en medio de la niebla.

Una dulce canción persistente se escuchó de pronto.

-No quiero despertar - supliqué mientras caminaba presuroso hasta el puente, pero ella se detuvo para sentarse en un banco frente al río. Miró sus manos y tocó mi rostro.

-Creo que ya estoy despertando - le dije sin dejar de sonreír- y yo empiezo a desvanecerme al igual que los puentes y todo lo que aquí hay.

Traté de retener ese lugar, tomarla de la mano y evitar que se confundiera con la niebla, pero finalmente el sonido del reloj terminó por borrar todos los caminos y apagar la luz del Faro, como ocurría inevitablemente todas las mañanas.

Yo tendría que pasar por mi rutina cotidiana, rápido, muy rápido hasta que nuevamente una barca iluminada irrumpiera en mis sueños, como todas las noches...

NO ME ESPERES EN SEPTIEMBRE. POR CARLOS RAFAEL LANDI


Sebastián Stern había escuchado esa canción que ahora por razones encarnadas en el tiempo, había reemplazado por completo la forma en que lo hacía sufrir Deux mains de Sylvie Vartan. La escuchó muy de paso por You Tube, de la misma manera en que el tema Michelle lo escuchó la primera vez únicamente como música de fondo de una historia de amor en el cine. Después ese tema fue una obsesión y luego fue lo que fue: el miedo al dolor y el miedo al miedo, el sentimiento del amor cuando éste se muere en Europa y uno es adolescente herido en la platea de un cine de barrio y es Alain Delon bajo el ala de un sombrero, tumbado de dolor esperando la muerte.

Y ésta sería para Sebastián la única forma de explicar cómo pasó de escuchar, así de paso en una radio y al correr la aguja por el dial, a alguien que estaba estaba tratando de olvidar. Pero sonó duro, sonó real, pero era breve la música y ya se había ido hasta su eco de dolor muy profundo. Tratando de olvidarla ese vago recuerdo mucho no duró.

No, no duró mucho y hay que saber por qué. Hay que saber lo que Sebastián hacía por olvidarla mirando a Vivi yéndose para siempre y era seguro que se iba para siempre.

Sebastián, digo esto sobre todo para vos que naciste tímido, torpe, negado para olvidar(la), ella en un Torino rojo y tan pero tan visible e hirientemente iluminado, para que descubrieras la realidad de un don nadie exitoso que se la llevó for ever, sin poder decir ni siquiera cual fue la maldad y atenuar así la pena y dejarla, con muchísima suerte, sólo en tristeza.

Y los grandes amores, siempre que se van para siempre, dicen cosas hirientemente prácticas, cosas de gran sentido común, dicen algo que nada tiene que ver con el que se queda disfrutando en un Torino rojo, por ejemplo.

Entonces dicen, con una lucidez que no conviene al momento, que la dejes tranquila sino le va a decir al gigantón del Torino que te de una paliza en el trasero, a ese de sus sueños compartidos contigo. No con ella, la brutalmente realista, para que te des cuenta otro poco más de la pena que ni siquiera sentirá.

Y digamos que vos entonces inventás mil peleas a trompadas, tratando olvidarla como en aquella canción.

Entonces, aunque tus amigos te miran a fondo y te estudian con tanto y tanto cariño, vos no dejás que te vean el fondo. Porque ahí se ve, cómo Vivi se va, se va, se nos va.

Tus razones y tus sueños se impondrán sobre sus frías opiniones. Quiero decir, que tu manera de ganar ahí donde ella vaticinó palizas de muerte en la lucha por el amor, vencerá por la vía del sueño. Vos ganás y yo gano contando de vos. Lo hago para olvidarla, porque tu alegría y la felicidad de saberte en tus triunfos me invade, hasta llenar esa zona en que mis amigos y la vida que me rodea estrellan su vista en nuestra alegría entristecida en tu dolor, cubriéndolo, mimándolo, recubriéndolo de una espesa capa de sonrisas, de palabrería y de narraciones y cuentos y más cuentos (ni siquiera parece que estoy triste). Y así el dolor no se puede escapar, y sale alegría del fondo de mi dolor por vos, de toda esa soledad mía en la que nunca más amanecerás. Entonces mi dolor no se ve ahí donde normalmente están esos dolores y la gente los busca.

Pero no hubo belleza final ni gloria de amigos que se volverían a ver y de pronto, ya no supiste cómo hacer para olvidarla. Fue una tarde y una voz y una melodía que se fueron contigo para siempre. Una canción melódica francesa que fue música de fondo te corregía aquello de tratando de olvidarla, porque resultó que la versión correcta era Plus je pense á toi.

Siento ganas de irme y de volver a París y de oír cantar a esa cantante que me cambió hasta el recuerdo, tornándolo más feliz. Su triunfo está en ser la voz que te ayudaba a olvidar el haber perdido a Vivi. Pero un día, Vivi, ya no te ayudó ni con esa esperanza. Yo había querido reír por delante de nuestros recuerdos, de nuestros años y muchos días juntos, para que no los viera la gente. Yo había querido reír para que los amigos no vieran que todo eso se había cruelmente derrumbado (en fin, una forma más de decirlo, tu amor, probando palabras lindas sobre recuerdos infelices, sobre que bastó un Torino rojo para que nunca más pudieras ser uno más entre mis amigos, como mis amigos).

¿Fuiste orgulloso en tratar de olvidarla a Vivi, como si fuera algo impersonal, algo en tercera persona y no la primera persona que fue siempre para vos? Un amigo falló como vos pronosticaste y aunque lo suyo fuera sólo fallar a la cita con sus triunfos y nuestro reencuentro, y aunque hoy sólo haya sido y ya para siempre nada más que un lejano amigo de porquería, no importa.

La que canta precioso es Sylvie, escuchá una sola vez en la vida, otra vez Deux mains.

Y digamos que dice amor entre aquellos nuestros aromas y la nariz respingada y las pecas y su pelo largo rubio y su sonrisa y cada cruel precisión de día, hora, lugar, compañía, minuto, temperatura, su minifalda, el vestido negro al crochet, sus pantalones rojos ajustados de aquel ataque de celos que tuviste, de quién iba a ser un recuerdo.

Vivi él era posesivo y celoso y trascendental, pero ahora es el que seguiría soñando para siempre y vos la encantada de la vida sin que yo pueda precisar más que el tamaño irreparable de mi espera y de mi palabra hiriente hacia los dos (¡Me río de esa palabra! ¡Qué me importa la palabra porquería!) Si era perfecta devoción por demás triste para olvidar ese momento horrible...Escuchá, escuchen la canción:

Deux mains
Ça ressemble à n'importe quoi
C'est ça, c'est rien, c'est fait de doigts
Deux mains
Qu'elles soient chargées d'or de diamants
Ou bien brûlées par la mer et le vent

INSTRUCCIONES INÚTILES. POR INÉS CAROZZA

Instrucciones para callar.

A quién no le pidieron alguna vez que haga silencio, qué se calle. Aunque parezca cosa sencilla, no lo es tal para algunas personas. Estos seres que se caracterizan por emitir más cien palabras por minuto, en su aprendizaje del mutismo deben disponer de un manual, pequeño librito – a veces inútil - que duerme junto a su cama sobre la mesa de luz.
Cuando alguna de estos representantes del género humano, debe llamarse a silencio, a cerrar su boca, a no proferir sonido, consulta las instrucciones del manual, en las que se le indica como primera medida mantener los labios bien apretados, imprimiendo una mueca, parecida a una línea recta, en la parte inferior de su cara. Otra posibilidad es morderse fuertemente la lengua, pero evitando que ésta sangre.
En algunos apartados del instructivo se recomienda tener siempre, en estos casos de charlatanería, una cinta adhesiva bien ancha que cubra toda la superficie de la boca del charlatán. Sin embargo, lo que más le conviene al hablador es no cruzarse en su camino con nadie a quien dirigirle la palabra. ¡Y cuidado con los espejos!, porque si se ve reflejado en alguno, habla consigo mismo.
Cosas que exasperan al que debe aprender a callar:
1. Buscar a alguien a quien hablarle y no encontrarlo.
2. Tener la respuesta justa y no poder decirla, porque su interlocutor lo dejó con la palabra en la boca.
3. No saber que decir por desconocer el tema del cual se habla.
4. En una reunión, que las personas que están cerca suyo digan: “el silencio es salud”.
5. Cuando en el trabajo, su jefe se dirige a él diciendo: “¡Ahora voy a hablar yo!”
6. Que le pregunten: “¿Comió guiso de lengua?”
Pero lo peor que le puede pasar es salir a la calle y encontrar escrito en una de las paredes del frente de su casa: “En boca cerrada no entran moscas”. Eso sí, estos personajes siempre se consuelan diciéndose a sí mismos “ya habrá un tiempo en el que deberé callar para siempre, por eso mientras viva hablaré hasta por los codos”.

Instrucciones para caerse

Aquél que quiera caerse debe seguir una serie de pasos, a saber:
Primero: conocer los movimientos previos a la caída. Éstos consisten en inclinaciones vacilantes hacia atrás, adelante o a los costados, todo depende del tipo de caída y la intensidad del impulso que la provoca.
Segundo: topar con alguna imperfección del terreno, ya sea protuberancia o hundimiento, que lo hagan trastabillar y dar con su cuerpo en el suelo. Si se quiere lograr el efecto deseado, se recomienda caminar sobre alguna vereda rota, ruta poceada, o cualquier superficie con desniveles.
Tercero: en algunos casos la caída puede ser provocada por otra persona, que violentamente o no, da un empellón al cayente quien termina con su humanidad sobre tierra.
Cuarto: caminar por lugares riesgosos, como por ejemplo: cornisas, precipicios, acantilados, etc. En estos casos seguramente la caída será veloz y no se podrá contar cuáles fueron los efectos de la velocidad y el vértigo.
Quinto: otra posibilidad para tener una caída garantizada, es reunirse con amigos en una fiesta y tomar grandes cantidades de varias bebidas alcohólicas. Los efectos secundarios (entre otros) casi siempre consisten en mareos, que tambalean el cuerpo del que quiere caer, hasta dar con éste sobre el asfalto, una alfombra o cualquier tipo de terreno que haya debajo de sus pies.
Advertencia:
Los aprendices en el arte de caer, deben considerar que el cumplimiento de su objetivo no es gratuito, trae consigo consecuencias como, contuciones, magullones, cardenales, esguinces, huesos rotos, entre las más leves. En algunos casos el aprendizaje de la caída se cobra la vida del aprendiz.

lunes, 10 de enero de 2011

MISTERIO...


A las puertas de lo

De lo inesperado,

Y de lo imprevisible

Perdemos el sentido de la vida

Y la dirección exacta

Que deberíamos seguir.


Un misterio subyace profundo

En el enigma del corazón,

Y se manifiesta entre las preguntas

Y las respuestas,

Entre la búsqueda

Y el hallazgo,

En los caminos

Que siempre están ahí,

Esperando ser descubiertos,

Para decubrirnos a nosotros mismos

En nuestro ser interior...

MI HOMENAJE A MARÍA ELENA WALSH.


VOY A CONTAR UN CUENTO. MARÍA ELENA WALSH.

Voy a contar un cuento.
A la una, a las dos
y a las tres:
Había una vez.

¿Cómo sigue después?

Ya sé, ya sé.
Había una casita,
una casita que.

Me olvidé.

Una casita blanca,
eso es,
donde vivía uno
que creo era el Marqués.

El Marqués era malo,
le pegó con un palo
a... No, el Marqués no fue.

Me equivoqué.

No importa. Sigo.
Un día llegó la policía.

No, porque no había.

Llegó nada más que él,
montado en un corcel
que andaba muy ligero.

Y había un jardinero
que era bueno pero.

Después pasaba algo
que no recuerdo bien.
Quizás pasaba el tren.

Pero lejos de allí,
la Reina en el Palacio
jugaba al ta te ti,
y dijo varias cosas
que no las entendí.

Y entonces...
Me perdí.

Ah, vino la Princesa
vestida de organdí.

Sí.

Vino la Princesa.
Seguro que era así.

La Reina preguntole,
no sé qué preguntó,
y la Princesa, triste,
le contestó que no.

Porque la Princesita
quería que el Marqués
se casara con ella
de una buena vez.

No, no, así no era,
era al revés.

La cuestión es que un día,
la Reina que venía
dio un paso para atrás.
No me acuerdo más.

Ah, sí, la Reina dijo:
-Hijita, ven acá.
Y entonces no sé quién.

Mejor que acabe ya.
Creo que a mí también
me llama mi mamá