"LA FELICIDAD ABSOLUTA NO EXISTE, Y UNO ESCRIBE JUSTAMENTE POR ESO"

jueves, 28 de enero de 2010

UN PUENTE ENTRE DOS VIDAS.


La imagen del puente lo obsesionaba,
Mientras fue niño buscó en fotografías y pinturas, pero no podía precisar ni el lugar ni la terrible atracción que sentía cuando se enfrentaba a aquella imagen. Luego pasaron los años, y supo que el Sena está atravesado por innumerables puentes. Imaginaba un banco junto al puente, a orillas del río, un hombre y una mujer conversaban. Sabía, que ese hombre era él. Pero siempre dudaba en cuanto a la mujer. La veía hermosa, era la hermosura que brinda la mirada del amor. .
En cuanto pudo programó el viaje. Estaba casi seguro, secretamente intuía cuando aún no sabía de mapas y geografías, que el puente que lo perseguía estaba en Francia.
Mientras fue niño buscó en fotografías y pinturas, pero no podía precisar ni el lugar ni la terrible atracción que sentía cuando se enfrentaba a aquella imagen. Luego pasaron los años, indagó y supo que el Sena está atravesado por innumerables puentes.
Entonces, su puente tal vez estaría en París.
Un día una compañera de trabajo que había viajado a esa ciudad le certificó lo de los puentes. Pero con el tiempo, al puente se fueron agregando otros elementos que componían un cuadro de época. Estaba seguro de que no era un sueño, ni lo había visto en un retrato. Era demasiado real, no por lo que veía sino por lo que sentía.
En un banco junto al puente, a orillas del río, un hombre y una mujer conversaban. Sabía hasta la afirmación, que ese hombre era él. Pero siempre dudaba en cuanto a la mujer. La veía hermosa, no en belleza física: era la hermosura que brinda la mirada del amor.
Viajó. No fue solo. Lo acompañaron su mujer y su hijo menor. El entusiasmo le impedía ver que eran muchos los puentes que debían recorrer para encontrar el suyo, porque ya lo sentía suyo.
Una tarde en la que el calor parisino se hacía sentir sin claudicar, emprendieron el derrotero de puentes cuando, de pronto, un nudo de emoción le cerró la garganta y afloraron las lágrimas. Lo había encontrado: el Alexander III, el más lindo de todos los puentes. Ahora solo restaba ver si estaban el árbol y el banco de plaza. Allí estaban, igual que como él los viera. Sólo quedaba la incógnita de la mujer.
No era tan iluso como para creer que ella estaría ahí. Pertenecía a otro tiempo, presumía que al siglo XVIII por su atuendo. Pero allí estaba y le tendía sus brazos que lo esperaban para rodearlo. Una fuerza irresistible lo atrajo hacía ella. Dejó el brazo de su esposa y soltó la mano de su hijo.
Ambos vieron, atónitos, cómo se alejaba de ellos y se fundía junto al cuerpo femenino para desaparecer con ella por las calles de un París que de pronto les resultaba desconocido.

miércoles, 6 de enero de 2010

Conocerse a sí mismo

Extraido del libro "Para conocerse mejor" de Delia Steinberg Guzmán

Lo fácil y lo difícil

Hablamos de trabajos difíciles, de materias difíciles, de situaciones psicológicas difíciles, de actuaciones o circunstancias difíciles, de personas difíciles, de épocas difíciles... La lista sería inacabable y no pretendemos completarla ni dar una solución para cada uno de los casos en tan pocas líneas.
Queremos, en cambio, llamar la atención sobre la posición interior de quien debe enfrentarse con lo difícil.

Casi todos reconocen que hay cosas fáciles: generalmente, son las que hacen los demás y unas pocas que cumplen satisfactoriamente cada uno de los afectados. No sé por qué la mayoría de la gente piensa que "los demás" -las "no grullas" del mito platónico- tienen cosas fáciles que hacer, y que la vida acumula las dificultades sobre uno y no sobre ellos. Será, tal vez, porque la mayoría de la gente no sabe ponerse de verdad en el lugar de los demás.

Por otra parte, cada cual sabe que, ante ciertas situaciones, puede salir airosamente del paso; cada cual sabe que tiene capacidad para hacer bien o muy bien algunas tareas. Junto a éstas, se juntan otras muchísimas que se ven como irresolubles, como metas inalcanzables.

Pensemos un poco. Lo fácil en sí no existe. Si preguntáramos , uno por uno, qué es lo que considera fácil, todos responderían de manera diferente.
Existe lo que sabemos y podemos hacer, y lo que ni sabemos ni podemos hacer.

Lo fácil es lo ya aprendido, lo que ya se ha dominado y se realiza con soltura. ¿Cuándo, dónde y cómo lo hemos aprendido...? Lo cierto es que lo aprendido y lo asimilado se refleja como una cierta facilidad para actuar en la vida.

Del mismo modo, lo difícil en sí no existe. Depende de la persona y de su saber acumulado. Lo que no se conoce, lo que se presenta como algo nuevo, tiene la máscara de lo difícil. Es probable que, por no saber resolver la situación, se siga llamando "difícil" durante muchos años a una misma cosa, que ya no es tan desconocida ni nueva, sino repetitiva y temida... La experiencia del miedo y del temor a lo nuevo no es la que nos lleva a superar lo difícil. Precisamente, para evitar las dificultades, hay que evitar todo atisbo de temor.

Es natural que la vida esté repleta de cosas difíciles. Todos hemos venido al mundo para aprender, para sumar nuevos conocimientos... Si todo fuera siempre fácil sería un toque de atención: o nos hemos estancado en lo que ya sabíamos, o nos hemos vuelto inconscientes como para no reconocer los nuevos escalones...

Lo difícil es lo que nos pone frente a lo que nos corresponde adquirir en este momento, a lo que -pareciendo una dura prueba- es, sin embargo, el ejercicio indispensable para que las experiencias se abran paso en la conciencia...

Los problemas personales

¿Cuáles son los problemas personales?

Evidentemente, los que afligen a la personalidad, entendiendo por ello el conjunto de expresiones físicas y vitales, emocionales y mentales.

Sin menospreciar el dolor de una enfermedad o de un desarreglo físico más o menos permanente, las circunstancias emocionales son las más decisivas, al punto que son ellas las que colorean los pensamientos y aun la disposición física. Es sabido que en más de una ocasión, un gran disgusto se refleja de inmediato en el cuerpo de una forma u otra, al tiempo que bloquea la mente para todo razonamiento lógico y sensato.

¿Por qué tenemos estos problemas personales, básicamente emocionales? Por falta de conocimiento de los propios resortes emotivos y, por consiguiente, por imposibilidad de resolver las situaciones conflictivas que se presentan.

A todos los humanos que vivimos en este mundo, por una u otra cuestión, se nos presentan dificultades. Es algo lógico si coincidimos con los filósofos clásicos en que la vida se encarga de enseñarnos a vivir. Y no es un juego de palabras. Podemos aprender de las experiencias y consejos de otros, podemos estar prevenidos ante las coyunturas de la existencia, pero nada es equiparable a la práctica vital de cuanto hemos aprendido. La vida nos enseña día a día, y es bueno reconocerla como maestra más que como enemiga. Como maestra, nos ayuda a poner en juego nuestras mejores potencialidades; si la vemos como enemiga, sólo será un largo camino de problemas, sobre todo, de problemas personales.

¿Cómo enseña la vida? De un modo diferente a los otros tipos de sistemas. Enseña de manera directa, atacando en aquello que más duele para obligar a una necesaria reflexión. Todo lo emocional, duele. Aunque en algunos momentos las emociones pueden convertirse en motivo de alegría y felicidad, son mucho más numerosos y contundentes los momentos de disgusto, miedo, desesperación, indecisión, impotencia..

Podríamos hacer una lista inagotable de problemas, pero baste con algunos que casi todos conocemos. Están los problemas naturales de supervivencia, la lucha por ganarse la vida de una forma más o menos digna, y más o menos de acuerdo con nuestras vocaciones y disposiciones, con nuestros estudios o preparación. Están los problemas de estudio y formación, ya que no siempre se dan las posibilidades para acceder a ellos; o se sueña con estudiar para abrirse camino en lo económico para descubrir, años después, que no era tan fácil como parecía al principio. Están los problemas familiares, ya que no siempre hay un claro entendimiento entre los que componen este núcleo. Están los problemas existenciales, toda vez que algunas personas se preocupan por el destino, por el ser interior, por el universo en que nos hallamos y por miles de porqués acerca de nuestra posición individual y colectiva en el mundo. Y, sobre todo, están los problemas sentimentales cuando no hay una buena relación con otras personas y cuando no se perfilan amores y amistades satisfactorios.

Sé que podríamos extender los ejemplos, pero a partir de cualquiera de ellos es factible llegar a un estado paralizante una vez que aparecen los problemas.
Por lo general, la actitud ante el problema es buscar soluciones fáciles y rápidas que no impliquen la propia voluntad. Se recurre a gente conocida, se pide ayuda a unos y a otros... El problema ha bloqueado a quien busca la solución fuera de sí y, sobre todo, al que parte del principio de la injusticia de la vida que le somete a tales infortunios. La emoción negativa gana terreno, las ideas se vuelven cada vez más confusas, el organismo empieza a reflejar la angustia y el problema asume entonces la dimensión de una montaña infranqueable. Sólo queda el dolor, la desesperación, la irritabilidad, la agresión contra los demás por la parte de culpa que pudieran tener... En fin, un pozo inmenso que se vuelve más y más profundo y del que es cada vez más difícil salir.

Desde abajo, desde el hundimiento psicológico, no se puede ver la luz. El dolor se va rumiando minuto a minuto y no cabe más que esa pasión obsesiva.

Las soluciones deben venir entonces, y por lógica, desde arriba. Es necesario elevarse por encima del problema y de la pena para encontrar una respuesta.

Si sabemos que la raíz de la dificultad está en el plano afectivo, hay que trabajar con la energía mental para superar la atmósfera emocional negativa. Puede parecer difícil en principio, pero todo es difícil hasta que no se prueba por primera vez. Hay que hacer el esfuerzo de subir un escalón, de pasar por encima de las nubes y llegar a la claridad del propio entendimiento. No todos somos sabios, es verdad, pero todos tenemos un cúmulo de experiencias más o menos importantes como para buscar respuestas factibles al mal que nos aqueja. Hay que poder llegar hasta nuestro rincón de soluciones. Algunas resultarán inservibles, otras discretamente válidas, y no faltarán las francamente buenas. Probando y probando, con buena voluntad y sin la ansiedad de la emotividad distorsionante, se adquieren nuevas experiencias que serán útiles para siguientes ocasiones.

Tú no eres solamente un manojo de emociones o pasiones; también tienes inteligencia para observarte a ti mismo "desde afuera" y trazar tu propio camino

lunes, 4 de enero de 2010

La Verdadera Poesía

La basura que se barre no deja de ser basura. Por más que en el aire suba, basura será en el aire.

(Carlos Encina)

La poesía, como todo lo importante en la vida, es difícil de definir. Sería este trabajo inacabable si tratásemos de apuntar las características ciertas o falsas que, desde el fondo de nuestra historia conocida, se han dado a la poesía. Hoy sabemos que los egipcios, los sumerios y los chinos -por citar pocos ejemplos del pasado remoto- hacían poesía y le daban la mayor importancia. En la India milenaria, los textos mágicos y religiosos más antiguos están originalmente escritos en poemas, como el Mahabharata, que comprende en su mismo centro el inmortal Bhagavad Gita y el Uttara Gita.

Concebían los antiguos que todo el universo era armónico, regido por los números y las proporciones de oro. Esto se reflejó en la ordenación de los sonidos, los que alternados con los silencios dieron origen a la música, al canto y a la poesía, todas ellas expresiones del hombre que trató desde siempre de hacer surgir de su Alma las misteriosas semi-llas que los Dioses habían depositado en ella, para mejor y más justa comprensión de sí mismo, de la Naturaleza y de Dios. Y como el modelo que podemos llamar «clásico» tiene por característica el aunar lo bueno, lo bello y lo justo -al decir del divino Platón-, los ritmos y las rimas fueron utilizadas con el muy práctico fin de ayudar a la memoria en el recuerdo de arcaicas enseñanzas. Hasta no hace muchos años en Europa, y aún hoy entre los pueblos del Este, se acostumbra a los niños a cantar rimando las «tablas» de multiplicar o el número de días que tienen los meses.

En la tradición armórica que renace de su seno druida, afincada entre los celtas de la Bretaña francesa e inglesa, y que tras la caída del Imperio Romano se expande primero por Irlanda y luego por toda Europa, reaparecen los viejos versos apoyados por una lira y los coros ogámicos, sin palabras. El verso y la música rescatan elementos que parecían perdidos, para alentar desde el siglo V a bardos y trovadores, éstos últimos encargados especialmente de refrescar viejos mitos, consejos e historias. Es tanta su fuerza que el propio cristianismo adapta sus formas para combatir a la nueva «herejía» que se extiende por casi toda Europa en la Alta Edad Media. Así nacen los monjes cantores que acompañan a los marinos y a los labriegos, dándoles en verso los Testamentos.

El Diccionario vigente de la Real Academia de la Lengua dice: «Poesía: expresión artística de la belleza por medio de la palabra sujeta a la medida y cadencia, de que resulta el verso».

El origen de la palabra «Poesía» es latino, «Poêsis», de raíz griega. Las definiciones de la poesía, como es de suponer, son numerosas y muchas de ellas oscuras, y callan más que lo que dicen.

Aristóteles encuentra en la poesía una imitación de la bella Naturaleza. Bacon agrega que si bien es obra de la imaginación, imita la Naturaleza, pero exagerándola y reuniendo seres que no se hallan reunidos en ella. El Marqués de Santillana recoge la vieja idea platónica, haciendo de la poesía el arte de embellecer y vitalizar «con muy fermosa cobertura» las realidades, trasmutándolas en fábulas y fingimientos. Efectivamente, para Platón la poesía está relacionada con Lo Bello y el Resplandor de lo Verdadero. De tal forma, habría un trasfondo de verdad y de magia en toda auténtica poesía.

Royer-Collard expresa: Lo bello se siente y no se define. Hállase en todas partes: dentro de nosotros y fuera de nosotros, en las perfecciones de nuestra naturaleza y en las maravillas del mundo sensible, en la energía independiente del pensamiento solitario y en el orden público de las sociedades, en la virtud y en las pasiones, en la alegría y en las lágrimas, en la vida y en la muerte.

Desde Homero hasta los contemporáneos, las formas han cambiado y lo único que permanece es la que podríamos llamar «intención poética». Pero... ¿basta esta intención poética para plasmar poesía?

El que este trabajo escribe fue poeta desde su niñez y sabe que los poemas auténticos vienen a nosotros como ya confeccionados y tan sólo hay que retocarlos para darles forma definitiva. El acto de escribir una poesía es casi un fenómeno «mediúmnico» que sorprende al poeta en las situaciones aparentemente menos propicias y se le niega en los marcos más bellos o en las situaciones provocadas para el descenso de la Musa. Por ello, y con el mayor respeto para los que disientan conmigo, creo firmemente que los poe-tas nacen y no se hacen. Aún recuerdo las jocosas situaciones de algunos de mis compañeros de estudios, cuando al tratar de dedicar a su amada alguna palabra consonante con «divina», en su esfuerzo pseudopoético tan sólo acudían a sus mentes palabras consonantes y rimadas tan impropias como «cochina», «masculina» o «letrina».

Estos son los que se atienen a la forma por encima de todo.

No pueden hacer verdadera poesía.

Tampoco la hacen quienes tienen tan sólo la intencionalidad poética, y así recortan la prosa como bien les viene y pretenden que eso sea poesía. Y menos aún los que, carentes de lo uno y de lo otro, no escriben haciendo arte, sino buscando la ostentación ante sus semejantes, tratando de sorprenderlos con palabras incoherentes y no pocas veces soeces. Hacen burla de los verdaderos poetas y llaman «cursi» a todo aquello que se deslice armónicamente desde un buen principio hasta un mejor fin.

Un ejemplo del último caso lo da un poeta contemporáneo quien, parodiando aquella pequeña joya de Gustavo Adolfo Bécquer: "¿Qué es poesía? -dices- mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul / ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? / Poesía eres tú" le replica: "¿Qué es poesía? -dices- mientras clavas en mi pupila tu pupila atroz. / ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? / Poesía soy yo".

Francamente no me convence la explicación casi esotérica que, de esta burla, nace de la bondadosa actitud de Don José García Nieto, cuando expresa el fenómeno como una identificación entre la poesía y el poeta. Más bien creo que es más fácil burlar que crear, aunque el poeta de marras haya tenido que recurrir a lo de «atroz» para rimar con relativa belleza las últimas dos palabras de su verso. Todo espíritu sensible seguirá prefiriendo la dulzura de Bécquer y su idealización del ser amado asumiendo una actitud humilde y fresca, que la de su «sucesor» que ve en la mirada de otra persona algo atroz, para encumbrarse en el narcisismo a la moda de un egocentrismo sin mensaje. Por lo menos, sin mensaje poético. Si Homero hubiera expresado que la guerra de Troya o los viajes de Odiseo eran sólo él, o si Virgilio hubiese pretendido que la creación de Roma y la presencia de los Dioses se resumiese en su propia existencia... La Humanidad habría perdido mucho. Y es muy posible que ya ni supiésemos de la existencia de Homero ni de Virgilio.

La que llamamos «verdadera poesía» debe ser trascendente, fácilmente comprensible y bella.

Amado Nervo nos dejó asimismo una pequeña poesía, tal vez recopilada de otra más antigua que por su sencillez y ternura podemos memorizar fácilmente. Hace decir a un niño: "Yo adoro a mi madre querida, / yo adoro a mi padre también; / ninguno me quiere en la vida / como ellos me saben querer. / Si duermo, ellos velan mi sueño; / si lloro, están tristes los dos; / Si río, su rostro es risueño; / mi risa es para ellos el sol. / Me enseñan los dos con inmensa / ternura a ser bueno y feliz. / Mi padre por mí lucha y piensa, / mi madre ora siempre por mí". ¡Qué magnífico resumen poético de amor filial y de reconocimiento por los sentimientos más excelsos y de las virtudes que deben adornar a los padres!

Hay algo que olvidó la mayoría de mis contemporáneos: la vida es bella y debe ser cantada natural y bellamente. Y quien no pueda dar ese aporte a la sociedad en la que vive, es mejor que busque otros caminos de expresión. Pero la contaminación ha llegado a todos los niveles y el fracaso de quienes quisieron cambiar el mundo tan sólo por figurar en el cambio, nos envenena a casi todos.

No quiero cerrar este pequeño trabajo con mis torpes palabras y recurro a uno de los maestros de mi juventud. Un viejo libro y un viejo poema.

DIOS TE LIBRE, POETA...

Dios te libre, poeta,
de verter en el cáliz de tu hermano
la más pequeña gota de amargura;
Dios te libre, poeta,
de interceptar siquiera con tu mano
la luz que el sol regale a una criatura.
Dios te libre, poeta,
de escribir una estrofa que contriste;
de turbar con tu ceño
y tu lógica triste
la lógica divina de un ensueño;
de obstruir el sendero, la vereda
que recorra la más humilde planta;
de quebrantar la pobre hoja que rueda;
de entorpecer, ni con el más suave
de los pesos, el ímpetu de un ave
o de un bello ideal que se levanta.
Ten, para todo júbilo, la santa
sonrisa acogedora que lo aprueba;
pon una nota nueva
en toda voz que canta;
y resta, por lo menos,
un mínimo aguijón a cada prueba
que torture a los malos y a los buenos.

Amado Nervo, Marzo de 1916.

Que la verdadera poesía, querido lector, amigo sin rostro que me lees, ilumine tu vida y la ennoblezca. ¡Que cuentes tan sólo horas felices!.

viernes, 1 de enero de 2010

LA POESIA, TRANSFORMADORA DEL MUNDO

"El valor de las palabras no está en lo que encierran, sino en lo que liberan..."
J.A. Livraga
Ankor, el Discípulo,1980

"Para Platón la Poesía está relacionada con lo Bello y el Resplandor de lo Verdadero. De tal forma, habría un trasfondo de verdad y magia en toda auténtica poesía".
Jorge Angel Livraga
La verdadera Poesía
Revista NA, Junio 1983




Una afirmación así -la poesía como transformadora del mundo- hará sonreir, sin duda, a muchos. No pensarían así los griegos del Siglo de Oro de Pericles, cuando las vidas y los conocimientos estaban conformados siguiendo el ritmo de los versos de La Ilíada o de la Odisea.

Tampoco los guerreros celtas y sus sacerdotes druídas, que confiaban la elaboración de sus "cantos mágicos" a sus profetisas, mujeres inspiradas por la Divinidad. La vida de su sociedad se hallaba también ritmada por estos cantos, que en lengua velada expresaban a los mortales enseñanzas a los que la razón no alcanza.

El mismo Platón afirmaría en boca de Sócrates que el verdadero poeta es portavoz de un dios. Que su alma es un instrumento musical, que pulsa el dios cuando quiere dar su mensaje a los hombres. Que no pueden rebatir los sabios el canto de un poeta, pues se halla más allá de sus conocimientos. Recuerda Platón que el poeta canta, pero que no enseña, que él mismo no puede explicar el mágico y sublime contenido de sus alados versos.

Los primeros libros de la Humanidad son libros de poemas; de himnos a los dioses, o de Cantos de la Sabiduría. En la India, su libro religioso "revelado" a los Rishis (sabios poetas, semidioses) los Vedas son una colección de himnos a los dioses.

En la primitiva lengua védica (luego en el sánscrito), así como en el hebreo, y nos atrevemos a afirmar, en todas las lenguas de las culturas iniciáticas, sus textos siempre llevan una notación musical: es decir, las sílabas expresan un tono y un ritmo musical. Sus libros no se leen, se cantan. Son majestuosas colecciones de poemas sagrados.

El Antiguo Testamento es un libro de poemas, como lo es el Poema Babilónico de la Creación; o los himnos que constituyen el libro religioso de los escandinavos, el Kalevala. Todos los códices aztecas, así como posiblemente los mayas, se "cantaban". Las imágenes servían de recordatorio para larguísimas letanías, poesías que conservaban todo el saber de su cultura.

El Imperio Romano sustentó su "conciencia nacional" en los versos de la Eneida; y más que las declaraciones amorosas de infinitos amantes fue la dulzura de los cantos de Ovidio o de Catulo.

El ardor guerrero de pueblos como el espartano crecía y encontraba un cauce religioso en sus famosos peans, los cantos marciales a Apolo.

Cicerón explica en sus tratados que cuando el fuego del cielo se apodera del verbo del orador aparece en su discurso una estructura rítmica y musical; deja de "hablar" para empezar a "cantar"; y es este encantamiento el que despierta las pasiones en el auditorio, quien lo hace vibrar ante sus palabras.

Es natural pensar que en un mundo tan prosaico como el que vivimos se halle desterrada la verdadera poesía. Un mundo sin poetas es un mundo sin belleza, pues son los poetas quienes hacen inteligible a los hombres la hermosura de la Naturaleza.

Confucio, en su esfuerzo por hacer una pedagogía integral, una enseñanza que haga de los hombres príncipes y caballeros, y de las mujeres, damas y princesas, hace una recopilación de las mejores poesías de la antigüedad clásica china en el llamado Libro de los Versos. Poesías de alto contenido moral, destinadas a despertar en sus discípulos la sensibilidad ante la naturaleza y amor a todo lo noble, justo y bueno.

Cuando el hombre siente estallar en su pecho a Dios, no habla sino que canta. Cuando las emociones son tan intensas como inexpresables, sólo la canción y la poesía (música y palabra) pueden ser fieles a la exaltación.

Son cantos las enseñanzas del místico tibetano Milarepa, cantos que sobrecogieron a las montañas siempre nevadas de los Himalayas.

Shakespeare, cuando quiere referirse en sus obras a misterios demasiados profundos, hace que sus personajes canten.

Los ejemplos podrían multiplicarse más y más, pero la tesis es la misma: en todas las culturas, la poesía, el canto (En la Antigüedad poesía y canto son prácticamente sinónimos) es la que configura las conciencias, la que despierta a los hombres a la sabiduría. Recordemos las bellísimas y tan eficaces enseñanzas de Confucio: "Despiértate con poesía, edúcate con la Música y funda tu carácter en el Li". (Li es la Ley de Armonía que une el Cielo y la Tierra. En lo moral es la Regla de Oro de conducta, aquella por la que el hombre actúa de acuerdo a la Naturaleza).

Pero si, efectívamente, la poesía tiene un inmenso poder educativo, cómo podremos usarlo. Lo primero, sin duda, es volver a las fuentes de la poesía. No por partir la prosa encontramos al verso; no por "rimar" los párrafos damos nacimiento al canto y magia de la estrofa.

Platón explica que los verdaderos poetas -y debido a la particular disposición de su alma- entran en resonancia con los Arquetipos de la Naturaleza. Él los compara a un imán que se impregna de fuerza especial; y la transmite, "imantando" a todos aquellos que a él se acercan. El que recita la poesía vuelve a darle vida; pero antes debe participar y sentir dentro de sí esas mágicas ondulaciones que su creador cristalizó en versos. Todos los verdaderos poetas son amados de las Musas. Estas no son una "imagen poética" sino por el contrario, son más reales de lo que podemos imaginar. Confieren al poeta un influjo especial que vivifica sus creaciones mentales a través del ritmo. El ritmo o encantamiento es, pues, de la esencia de la Musa. El ritmo es el alma de la poesía. Los filósofos antiguos explicaban que las Musas estaban íntimamente relacionadas con los distintos cielos, o con las distintas órbitas planetarias; y con el reflejo de éstas en el Alma del poeta.

El mago renacentista Cornelio Agripa afirmaría que "Las Musas son las almas de las esferas celestes" y el primer furor místico es el que proviene de las Musas, despierta aquí y templa al espíritu y lo diviniza, atrayendo, por las cosas naturales, las cosas superiores. Son las nueve Cámenas o Cantoras, conducidas por Apolo, el Sol, la Armonía. Cada poeta sería el "hijo" de una Musa.

El profesor Livraga, en su artículo "La verdadera poesía" explica: "Concebían los antiguos que todo el Universo era armónico, regido por los números y proporciones de oro. Esto se reflejó en la ordenación de los sonidos, los que alternados con los silencios, dieron origen a la música, al canto y a la poesía, todos ellos expresión del Hombre que trató desde siempre de hacer surgir de su Alma las misteriosas semillas que los dioses habían depositado en ella, para mejor y más justa comprensión de sí mismo, de la Naturaleza y de Dios. Y como el modelo que podemos llamar "clásico" tiene por característica el aunar lo Bueno, lo Bello y lo Justo -al decir del divino Platón-, los ritmos y las rimas fueron utilizadas con el muy práctico fin de ayudar a la memoria en el recuerdo de arcaicas enseñanzas".

No es difícil escuchar el canto de Clío (Marte) en los versos de José Espronceda:

"Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno al son violento,
Y del viento al rebramar,
yo me duermo sosegado,
arrullado por el mar"

(Canción del Pirata)

O los dulces sones de Erato, la poesía armorosa (Venus) en los versos de Bécquer:

"¿Qué es poesía? -dices- mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía eres tú."

Calíope, el Sol, resuena rítmico y poderoso en los versos de Rubén Darío:

"A aquellas antiguas espadas,
a aquellos ilustres aceros,
que encarnan las glorias pasadas...

Y al sol que hoy alumbra las nuevas victorias
ganadas,
y al héroe que guía su grupo de
jóvenes fieros,
al que ama la insignia del suelo materno,
al que ha desafiado, ceñido el acero y el arma
en la mano,
los soles del rojo verano,
las nieves y vientos del gélido invierno,
la noche, la escarcha
y el odio y la muerte, por ser la patria inmortal,
¡saludan con voces de bronce las trompas de
guerra que tocan la marcha triunfal!..."

(La Marcha Triunfal)

Talía la Luna (también la Madre Naturaleza), con su fría y tierna luz, susurra en los poemas de García Lorca:

"Mi corazón reposa junto a la fuente fría.
(Llénala con tus hilos,
araña del olvido).

Mi corazón despierto sus amores decía.
(Araña del silencio,
téjele tu misterio).

El agua de la fuente lo escuchaba sombría.
(Araña del silencio,
téjele tu misterio.)

Mi corazón se vuelca sobre la fuente fría.
(Manos blancas, lejanas,
detened a las aguas).

Y el agua se lo lleva, cantando de alegría.
(¡Manos blancas, lejanas,
nada queda en las aguas!)".

(Soledad)

Mercurio (¿Euterpe?) canta ágil, vibrante y desenfadado en los versos de José Zorrilla.

"Don Juan improvisa y canta,
y al compás de su vihuela
gira en danza voluptuosa
la bellísima Sirena,
y en su sillón don Gonzalo
, sentado y tendido a medias,
como una sombra fantástica
embebido la contempla.
Ella, sutil como el aire
y como el aire ligera,
gira en redor, pasa y huye
como aparición risueña.
Flota su falda pegada,
sus cabellos se destrenzan,
radian sus ojos ardientes
luz más viva a cada vuelta,
y cuanto del baile rápido
más los círculos estrecha,
más los mágicos hechizos
de sus perfecciones muestra;
y el velo con que sus manos
primorosamente juegan,
la variedad de sus formas
y sus encantos aumenta".

(Margarita la Tornera)

Júpiter (¿Terpsícore?) jovial, madura y paternal; en las poesías de José Martí:

"Esta, oh misterio que de mí naciste
Cual cumbre nació de la montaña,
esta, que alumbra y mata, es una estrella:
Como que riega luz, los pecadores
huyen de quien la lleva, y en la vida,
cual un monstruo de crímenes cargado,
todo el que lleva luz, se queda solo.
Pero el hombre que al buey sin pena imita,
buey vuelve a ser, y en apagado bruto
la escala universal de nuevo empieza.
El que la estrella sin temor se ciñe,
Como que crea, crece".

(Yugo y Estrella)

Saturno, solemne, serio e íntimo en los sabios versos de Amado Nervo:

"¡Oh, muerte!, tú eres madre de la filosofía.
Tú ennobleces la vida con un ¡quién sabe! Y das
sabor a nuestras horas con tu melancolía.
En todo lo que es grande -dolor, amor- tú estás.

Arco triunfal de mármol negro, por donde pasa,
dignificada, el alma que sin cesar luchó,
cual héroe taciturno; regalo, abrigo, casa
de quien desnudo y solo la dura tierra holló..."

Giordano Bruno explica que "La poesía no nace de las reglas, sino muy accidentalmente. Son las reglas las que derivan de la poesía; y por esto hay tantos géneros y especies de reglas verdaderas cuantos géneros y especies de poetas verdaderos hay".

En su obra Los Heroicos Furores le preguntan: "¿Cómo, entonces, serán conocidos los verdaderos poetas?", y responde: "por su canto; basta con que cantando deleiten o sean útiles, o bien sean útiles y deleiten". Continúa explicando que las reglas de poesía (por ejemplo, las de Aristóteles) sirven para aquellos que "por no tener Musa propia quisieran hacer el amor con la de otro".

Asi, ciertamente, las formas rítmicas de la poesía, por ejemplo, de Virgilio, son distintas que las de Vyasa, en el Mahabharata; y sin embargo ambas se ajustan a la Proporción de oro que gobierna la Naturaleza entera.

Cervantes explica en el Quijote que la única ciencia que supera a la de la Poesía es la Caballería Andante y que la más terrible maldición que puede experimentar un ingenio mezquino es "que las Musas jamás atraviesen los umbrales de sus casas". También recomienda cuidarse de la vanidad y del peligro de enjuiciar las propias poesías. "Siendo poeta, podría ser famoso si se guía más por el parecer ajeno que por el propio; porque no hay padre ni madre a quien sus hijos le parezcan feos, y en los que lo son del entendimiento corre más este engaño".

La palabra "poesía" viene del griego Poiesis, que significa "creación". "Verso" es una palabra latina que viene de vertere, y es "lo que se mueve y gira; o lo que imprime ritmo y movimiento". Y es que la verdadera Poesía es una creación que imita a la Naturaleza y extrae de ella lo esencial. La imaginación del poeta se convierte en espejo de la Naturaleza, alentada por la bondadosa Musa.

No miente el poeta cuando dice a su amada: "Poesía eres tú": sino que su alma percibe verdades y relaciones que a nuestros ojos y entendimiento están vedadas.

¿Por qué la Poesía no hace girar la Rueda del Mundo? ¿Por qué no despierta y transforma las conciencias?. Sencillamente porque está desterrada. No se hace un culto a lo Bello, sino a lo feo y vulgar. Y así duermen los versos en el alma de los verdaderos poetas, esperando un tiempo nuevo y vivo que aliente sus creaciones.

"La que llamamos verdadera Poesía debe ser trascendental, fácilmente comprensibles y bella".

Debe elevar el Alma y no sumergirla en la ciénaga de las pasiones animales. Las imágenes que utiliza deben ser simples; para que el alma siga con facilidad su curso. Debe ser bella porque...

"... la vida es bella y debe ser cantanda natural y bellamente. Y quien no pueda dar ese aporte a la sociedad en la que vive, es mejor que busque otros caminos de expresión".
Jorge Angel Livraga.

Cuando el hombre deje de "jugar" con lo sagrado, y vuelva los ojos de su alma a lo Bello, volverán los poetas, volverá la Poesía, y de nuevo ésta conmoverá el corazón del Hombre.