"LA FELICIDAD ABSOLUTA NO EXISTE, Y UNO ESCRIBE JUSTAMENTE POR ESO"

miércoles, 25 de diciembre de 2013

CIRCE Y ULISES EN EL PONT DES ARTS.

Ulises tocaba su boca, con un dedo tocaba el borde de su boca, e iba trazando sus bordes como si salieran de su mano, como si por primera vez su boca se entreabriera, y le bastaba cerrar los ojos para deshacerlo todo y volver a empezar, para hacer nacer cada vez la boca soñada, con soberana libertad elegida para dibujarla con su mano por su cara, y que por un azar que no buscaba comprender coincidía exactamente con su boca, que sonreía por debajo de la que su mano dibujaba.

El placer se asociaba al desborde, a éste con la locura, para llegar finalmente a los dominios de Caronte. La decencia y la cautela proclamaban la mesura, el disimulo y la sonrisa pudorosa. Frente al gemido gozoso, la vergüenza. Frente al abrazo vehemente una tibia caricia. Circe disfrutaba enamorándolo ciegamente.


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