"LA FELICIDAD ABSOLUTA NO EXISTE, Y UNO ESCRIBE JUSTAMENTE POR ESO"

jueves, 30 de mayo de 2013

"LA LLORONA" POR CARLOS RAFAEL LANDI

"En recuerdo de mi madre, Elsa"

"La llorona” era una mujer que deambulaba por las noches en las calles del barrio Saladillo de Rosario allá por 1930. Lanzaba siempre un llanto desgarrador. Su vestido de color blanco brillaba en la oscuridad, aunque no era posible distinguir sus rasgos faciales. Los relatos de mi madre la describen también como una mujer sin pies, que parecía desplazarse por el piso sin rozarlo. Los vecinos afirmaban que su eterno penar se debía a que buscaba a un hijo recién nacido que asesinó arrojándolo al arroyo que cruzaba la ciudad para ocultar un pecado de juventud. Y como parte de su penitencia, castigaba a los muchachos que andaban en amores prohibidos: se subía a sus caballos y podía llegar a matarlos en un helado abrazo mortal.
Se la llamaba “la llorona” porque sus gemidos eran tan insistentes que hasta hacía enloquecer a los perros, mientras deambulaba por las noches (sobre todo cuando eran de plenilunio).
Muchos la consideraban señal de malos presagios, un indicador de mal agüero: podía acercarse para enfermar a las personas, empeorar a los enfermos o traer desgracias a los seres queridos. Decían que en algunas ocasiones buscaba consuelo y ayuda, despertando piedad en la gente, y cuando se acercaban a consolarla les robaba todas sus pertenencias.
 En la casa de mi madre cuando aparecía la misteriosa mujer, le entregaban por entre las rejas de la ventana que daba a la calle, una bolsita con azúcar y un poco de yerba para el mate.


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