“Hay dos hermanas una de las cuales engendra a la
otra, y ésta a su vez engendra a la primera”
Había una vez un hombre muy querido por su familia porque
contaba historias. En todas las fiestas de cumpleaños los invitados, tras haber
haber comido copiosamente, se reunían a su alrededor y le decían:
-Vamos, contá una historia.
Él explicaba:
-He visto en el bosque a un fauno que cantaba melodías y obligaba a danzar a un grupo de duendes.
-Seguí contando, ¿qué más viste? -decían los comensales.
-Al llegar a la orilla del mar he visto, junto a las olas, a tres sirenas que peinaban sus rubios cabellos con un peine de oro.
Los amigos lo apreciaban porque les contaba historias.
Una mañana se dirigió a caminar por la playa, como todas las mañanas... pero al llegar a la orilla del mar, vio a tres sirenas, que, al filo de las olas, peinaban sus cabellos rubios con un peine de oro. Y, como continuó su paseo cerca del bosque, vio a un fauno que cantaba melodías y obligaba a danzar a un grupo de duendes. Cuando llegó a su casa le preguntaron:
-Vamos, contá: ¿qué viste?
Él respondió:
-No vi nada.
-Vamos, contá una historia.
Él explicaba:
-He visto en el bosque a un fauno que cantaba melodías y obligaba a danzar a un grupo de duendes.
-Seguí contando, ¿qué más viste? -decían los comensales.
-Al llegar a la orilla del mar he visto, junto a las olas, a tres sirenas que peinaban sus rubios cabellos con un peine de oro.
Los amigos lo apreciaban porque les contaba historias.
Una mañana se dirigió a caminar por la playa, como todas las mañanas... pero al llegar a la orilla del mar, vio a tres sirenas, que, al filo de las olas, peinaban sus cabellos rubios con un peine de oro. Y, como continuó su paseo cerca del bosque, vio a un fauno que cantaba melodías y obligaba a danzar a un grupo de duendes. Cuando llegó a su casa le preguntaron:
-Vamos, contá: ¿qué viste?
Él respondió:
-No vi nada.
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