"LA FELICIDAD ABSOLUTA NO EXISTE, Y UNO ESCRIBE JUSTAMENTE POR ESO"

domingo, 3 de marzo de 2013

SYLVIE VARTAN por CARLOS RAFAEL LANDI

Naciste bajo la influencia de Mercurio, nunca te adentraste en su significado: Inteligencia concreta y práctica. Afectividad cálida, expansiva y racional. Pero ahí termina tu conocimiento, no llegás a la altura de tu ídola, de ese ícono que fue una chica ye-ye de los años sesenta; su expresión era en aquellos lejanos tiempos, cuando cantaba esa canción: "Ce soir je serè la plus belle pour aller dancer…", la de una jovencita rubia y hermosa que se presentaba al baile de sociedad por primera vez, con cierta timidez, y que causaba la admiración de todos cuantos la contemplaban. Solo te queda el recuerdo vago de aquella ocasión cuando tenías 12 años y cantó en el Club Provincial de Rosario, vos no pudiste ir, eras muy chico decían tus primas, que no sabían que estabas enamorado de Sylvie, "escuchála por la radio" te dijeron, "después te contamos…" Te enteraste que el 5 de Diciembre va a cantar en el Chatelet de París y... Son las doce del mediodía de un domingo gélido en París y hay tiempo de sobra. El concierto de Sylvie en el Chatelet empieza a las cuatro y ya averiguaste como ir en el metro, lo sabés de memoria. Caminás dos cuadras hasta la estación Grand Boulevards, te bajás en Strasbourg y luego tomás el metro que va a Chatelet y ahí estás, no son más de quince minutos. Aunque quieras llegar antes, hay tiempo de sobra. Sacás el CD de la mochila, agarrás el discman y buscás "La plus Belle"… sos capáz de cantarla de memoria y sí, lo hacés. Las letras emergen difusas en francés, a veces incoherentes, desde ese submundo idealizado que descansa plácido en el rincón desesperado de tus recuerdos. Son voces de fantasmas, gritos insatisfechos, éxtasis espirituales que a través de fotos y videos de You Tube se materializaron en imágenes en tu netbook. "Ce soir je serè la plus belle pour aller dancer…".había nacido precisamente cuando Mercurio alumbraba tus doce años y aunque no lo creas ese fue el tiempo cuando Sylvie subió los primeros escalones de la cúspide donde ahora se balancea triunfante para siempre: París, Nueva York, Montreal, Tokio, Barcelona, Sofía, y aunque hoy mirás a veces con desdén a ese chico enamorado de su ídola, que se encerraba en el baño para escucharla tranquilo,“Una ventana al éxito" de Antonio Barros, en la radio portátil roja que le había comprado su papá. La niña rubia que cantaba tan lindo nunca se fue de tu vida. ¿Te acordás cuando un Sábado a la tarde compraste tu primer simple de vinilo en el Centro Cultural del Disco en la calle Florida? Y estrenaste el Wincofón a válvulas que tu papá había comprado a crédito? ¿Y cuando pusiste un parlante abajo del agua para escucharla cuando sumergías la cabeza en la pileta del fondo agobiado por el calor de esos veranos terribles en Buenos Aires ? Sentías la vibración de la canción que se extendía por todas las entrañas de tu frágil cuerpo y la música frenética moviendo tus piernas, pero Sylvie no estaba, estabas solo con su voz y tu Winco cantando la plus Belle. Ni que decir que fueron Los Beatles, A Hard Day's Night , los que sirvieron para dar un salto sobre la niña ye-ye, y te volviste músico desenfrenado por un tiempo. ¿Y los versos que pariste en el patio de la casa chorizo de Dobles 424? "Soñaba" era el tema caballito de batalla que tocaba el grupo Leyenda que vos integrabas, y hasta te convertiste en el ídolo de algunas chicas que iban a verlos tocar. Me acuerdo del día que cantaste hasta el paroxismo "Oh Darling", y la vibración del bajo tipo violín en el equipo de música Ecton de 150 wats te hizo sentir transportado al cielo y ahí Sylvie te arrebató todo, menos la esperanza de encontrar una parecida en la realidad y casi le rogaste a Venus como hizo Pigmalión con Galatea y el último día de Julio del 72 sin querer la encontraste, tan rubia, tan parecida y tan hermosa... Sylvie vuelve al Chatelet rezan los carteles. La gente se agolpa en el salón principal del teatro son las 15,30 y ya estás ahí con tu Sylvie de verdad que te acompañó desde Buenos Aires y que te acompaña casi desde toda tu vida. La amás con una pasión que viene de otro mundo y ella lo sabe desde siempre… Son las 15,45 y ya querés ubicarte en tu butaca pero la chica acomodadora rubia y hermosa te dice: "attendez une minute " "¿cómo ? ¿wait ?" "we mecie ". En tres minutos ya estás en tu butaca y los nervios te aferran la garganta, las lágrimas contenidas afloran en torrentes, han pasado casi 50 años y te acordás del éxtasis interruptus que te hicieron pasar tus primas cuando eras un pebete en los carnavales de Rosario. Estás fascinado ahora y ya no te acordás ni de tu nombre, eso no te impide gritar como un desaforado, la pronunciación no te sale igual, los otros son parisinos, pero no importa poco a poco aprendés y tu sonidos guturales entrar en armonía con el resto. Se te doblan las piernas y se meten en tu estómago unas cosquillas que no te dan risa sino vértigo, pero igual estás fascinado con el poema en la mano para entregárselo a ella: Sylvie Vartan Imagino tu hermosura, En el devenir de los días pasados. Mi sueño es tu sueño, El sueño de una tarde de verano. Nacimos en un lugar y un tiempo distinto, Y hablamos un idioma diferente. No importa, el amor existe en mí. Y estás ahí a metros de Sylvie pensando en lo que ella pensará al encontrarse con tu mirada, soñando que cuando le entregues los versos con un movimiento de sus brazos te dirá que subas al escenario para compartir su fama con vos y te va a abrazar y a besar y por fin vas a conjurar tus ganas de estar con ella aunque sea un segundo. Las luces del Chatelet se apagan, se encienden los reflectores y aparece Sylvie radiante como siempre y al son de la música advertís que al igual que vos hay miles de hombres y mujeres que escuchan con delirio a su ídola. Esos fans franceses te rodean, te envuelven y ya sos uno más de ellos y permanecerás entre ellos cuando los reflectores se apaguen y termine el Show. No está el beso y el abrazo, pero tu rostro se llena de orgullo cuando empiezan a sonar los primeros compases de la canción, y ella se mueve, elegantemente, al suave ritmo de esa música como de baile clásico, refinada, dulce, y empieza a desgranar las frases de la canción, ahora con seguridad, con el orgullo de haber vivido esos cincuenta años desde que la cantó por vez primera: "Ce soir je serè la plus belle pour aller dancer…". Y así se suceden una y otra canción.Ya no te acordás ni como te llamás, cantás, gritás y gritás y vociferás ¡Bravo Sylviiiiiiiiiiiiiii! Y así te perdés entre esa multitud, te difuminás, te esfumás fascinado, extasiado, en tu inmenso delirio de juventud... Es posible que tu problema, no haya sido más que un problema de soledad, y especialmente el de no haber encontrado un punto de contacto entre tu soledad y los otros. Si supieras que esta emoción que ahora te contiene se ha quedado pequeña de tanto olvido tras olvido, con la esperanza de que aparezca el dato de otro show de Sylvie o el momento feliz que justifique otro intento de escapada. Si supieras que tu soledad te hace ver alucinaciones; como cuando pensás en tu amor y lo imaginás como un bello desnudo de mujer rubia, de boca tentadora y ojos fascinantes y en el modo de retirarse su blonda cabellera cuando dice tu nombre, cuando te muestra sus dulces pechos arrebatados con dos pezones de dolor sobre el vientre melancólico de tu vida, y te sonríe y mira con la profundidad de las estrellas con sus dos ojos empañados de amor, y luego vuelve y besa el rincón más solitario de tu cuerpo y con todas las fuerzas de tu voluntad recorres su piel y sus cabellos de oro sin que nadie te empuje de entre la multitud de fans, como si fueras libre de estar entre sus brazos, de acariciar su espalda, de volver la mirada hacia sus ojos y de hundirte sin resistencia entre sus piernas libándole la vida, mientras te escapás por sus ingles en dirección a la nada y ella sonríe ahora y ya no te mira, pero dice tu nombre con una dulzura irrepetible en otra boca y sos libre de comenzar otra vez tu éxtasis con la promesa entera de su cuerpo desnudo acurrucado en tu cuerpo y su dulce voz susurrando canciones en tu oído, y así comprendés que lo que nunca has sido se rindió una noche gélida de invierno en el Chatelet de París y te convertiste por un rato en el joven que quisiste ser en la época del mayo del 68, y así evitaste la voz de tu conciencia que ya no te perdona nada tratando de desnacer cada minuto de tu vida, como si de esa forma pudieras impedir el pasado, como si fueras un loco que da palos al aire, mientras el niño cruel de los sesenta se ríe agazapado entre las sombras contra las que vos luchaste.¡Bravo Sylvie!

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