"LA FELICIDAD ABSOLUTA NO EXISTE, Y UNO ESCRIBE JUSTAMENTE POR ESO"
jueves, 14 de marzo de 2013
“El Otro Yo”. Mario Benedetti
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban
rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la
nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando. Corriente en todo menos
en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices,
mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho
le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus
amigos. Por otra parte, el Otro Yo era melancólico, y debido a ello,
Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió
lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba
Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con
desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo qué hacer, pero
después se rehízo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada,
pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando,
pero en seguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese
pensamiento lo reconfortó.
Solo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir
su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos.
Eso le llenó de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas.
Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para
peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre
Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió
a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero
no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había
llevado el Otro Yo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario