"LA FELICIDAD ABSOLUTA NO EXISTE, Y UNO ESCRIBE JUSTAMENTE POR ESO"

martes, 13 de diciembre de 2011

EL HOMBRE DE CELESTE.POR CARLOS RAFAEL LANDI

"DECÍA QUE EXISTÍAN OTROS MUNDOS Y QUE ESTABAN DENTRO DE NOSOTROS"

El hombre de celeste no cree en ningún dogma y tiene muy pocas reglas para vivir, se nutre con los hechos, en la experiencia y en el conocimiento. Su camino es la intuición y pocas veces se equivoca. Este señor forma parte de un reino de experiencias que va más allá de la realidad física y su vida se rige por esos extraños preceptos.
Aunque las calles y los mundos recorridos por él no sean los usuales a la realidad diaria de las personas comunes, son reales. Su realidad tiene muchos niveles y sólo uno de ellos es accesible a nuestros sentidos ordinarios, pero para acceder a ese mundo tenemos que agudizar nuestros ojos interiores.
Cuando lo vi por primera vez se parecía a un hippie travieso vestido con una camisa multicolor, me miraba con ojos furtivos, a través de largos y espesos cabellos blancos que caían sobre su frente amplia y arrugada como si hubiera atravesado por dolorosas pruebas para alcanzar la posición de sabiduría en la que se encontraba. Me pregunté que tenía en común con este hombre y para encontrar algo hice una imitación vacía de sus actos tratando de recuperar en mi mente algún recuerdo, algún sueño que me llevara a entender porqué estaba ahí.
El me dijo que aunque yo no me diera cuenta teníamos mucho en común, y esa similitud radicaba en que no éramos más que árboles arrancados que buscan con las raíces desnudas a la madre. En cierto modo era verdad, yo sentía que mi camino era recordar y recuperar la unidad que compartimos una vez, aunque mantuviera las diferencias, porque nuestra vida no funciona como la de nuestros ancestros y nuestras necesidades inmediatas tampoco son las mismas, aunque es posible ver un universo en un grano de arena y un cielo en la belleza de una flor silvestre.
Le dije que tenía miedo de estar en ese lugar desconocido, que necesitaba certezas de ese mundo que él me proponía y me contestó que sí confiaba en él podría desplazarme en distintas dimensiones , pero para eso debía soltar el mundo de lo cotidiano y así podría atrapar el infinito en la palma de mi mano y viajar por la eternidad en una fracción de segundo.
A veces me conviene ser un poco infantil y dejarme llevar por la imaginación. Debo volver a la infancia, transformarme en otro para sentirme yo mismo.
Siempre espero con ansias al hombre de celeste...

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