
En la oscuridad de la noche, mis ojos intentaron una referencia y se volvieron a cerrar sin haber encontrado ningún signo luminoso.
No me podía despertar; y aunque no recuerdo imagen alguna, pienso en mí mismo como si fuera un ser que vagaba sin rumbo, sepultado en el fondo de los tiempos, flotando en una densa y oscura materia, sin pensamientos y sin identidad. Poco a poco mi sueño se hizo más liviano, comencé a sentir frío, ese lugar no era mi dormitorio, estaba acostado en un piso de tierra sin colchón ni sábanas y no tenía ninguna ropa conocida.
Me incorporé malhumorado y mi queja fue acompañada por el crujido de todas las articulaciones. Tosí mucho; y me dolía la garganta. Mientras buscaba algún elemento conocido se me plantearon los interrogantes más disímiles: dónde estaba, cómo había llegado allí. Forcé las imágenes, busqué las últimas de mi vigilia para dar con una explicación sencilla: una borrachera, una fiesta, una aventura inusual que me hubiera llevado a dormir fuera de casa; pero no recordaba nada.
Mi memoria se había detenido.Me invadió la más absoluta soledad; el terror carcomió mi ser.
Estaba en la edad de piedra, abandonado a mi suerte.
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