"LA FELICIDAD ABSOLUTA NO EXISTE, Y UNO ESCRIBE JUSTAMENTE POR ESO"

lunes, 3 de agosto de 2009

LA VASIJA DE ORO.

Érase una vez en el campo, en la provincia de Corrientes. Un hombre llamado Rosendo Cueva, se encontraba arando la tierra para sembrar maíz.

Al caer la tarde, en la última vuelta antes de regresar a su rancho había levantado con su tractor algo que estaba debajo de la tierra. Rosendo, paró su tractor y se acercó a ver lo que se encontraba allí. Era una vasija de oro que contenía; alhajas, pulseras, monedas, bombillas, etc. Todos esos elementos eran del precioso metal.

Rosendo había quedado paralizado por un instante, dudando acerca de lo que debía hacer. Luego resolvió comentarle lo que había sucedido a su patrón. Quien le quiso quitar la vasija. En ese momento salieron llamaradas de la misma, y se le aparecieron fantasmas que le danzaron a su alrededor con gritos ensordecedores.

Aún así, el patrón se armó de coraje, salió a correr con la vasija y la escondió en su casa. Esa misma noche, en la soledad de su casa fría y desolada y mientras se encontraba cenando vio como se abría la ventana con un fuerte viento, y otra vez comenzaron a rondar los fantasmas a su alrededor que le repetían con voces tenebrosas:

-¡No tendrás paz hasta que devuelvas lo que no es tuyo!

Luego de varios días, decidió llamar a Rosendo a su rancho para poder devolverle la vasija que supuestamente él le había quitado de su campo. Así, el patrón recuperó la paz que tanto anhelaba desde lo sucedido.

Rosendo se encontraba feliz, hecho que lo motivó para ir al pueblo a vender todos lo objetos contenidos dentro de dicha vasija. Con el dinero obtenido, mejoró su hogar y ayudó a todas las personas con necesidades del lugar.

LUCIANO TORRES

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